Nuestra condición de individuo nos apremia a alcanzar un sinnúmero de objetivos durante nuestras vidas; cumplimos el deber ser colectivo, satisfacemos y complacemos a otros, pero sin lugar a duda, existe latente la necesidad intrínseca de trascender, que se vuelve imperativa a medida que vamos madurando y nos enfrenta a situaciones que no siempre resultan fáciles o pueden resolverse a favor fortuitamente por lo que, para engendrar logros, es necesario construir un modelo de desempeño donde al esfuerzo cotidiano sumemos preparación y constancia.
Por otra parte, con mucha frecuencia confiamos en nuestros familiares, jefes, mentores, etc., quienes aparentemente sabrían mejor que nosotros cuál debe ser nuestro futuro profesional cuando la realidad difiere mucho de lo que los demás advierten en nosotros. Esta dualidad usualmente nos confunde y frena nuestro crecimiento; confiamos en las buenas intenciones de los demás y aceptamos sus consejos y conferimos nuestro futuro a lo que la vida nos aporte.
También es común lo que yo llamo espejismos, que nos hacen querer lograr lo que otros sin contemplar si somos aptos, nos gusta, si podemos o realmente queremos ser así. Con el paso de los años comprobamos que estos espejismos no representan lo que en realidad queríamos con la consecuencia de llevarnos probablemente a una situación de frustración profesional y desaliento.
Es en este punto donde la comunicación juega un papel fundamental pues deberemos ser capaces de identificar lo que sentimos y poder transmitirlo con asertividad.
Dada la práctica común de dar consejos y más aún acatarlos, nos olvidamos de tomar decisiones con respecto de nuestras necesidades y deseos. Asumir nuestra responsabilidad de crecimiento es una tarea individual y por esta razón el trayecto hacia la cima debe entenderse de manera correcta de modo que podamos identificar los tropiezos o desvíos y comunicar adecuadamente nuestras aspiraciones.
Entender el origen de estos tropiezos o desvíos, la forma en la que abordamos el presente, cómo nos percibimos a nosotros mismos y cuáles son nuestros objetivos a corto, mediano y largo plazo, nos permite construir un camino sólido.
No debemos olvidar nuestra propia naturaleza única e irrepetible y el hecho de que sólo nosotros podemos decidir lo que queremos. Resulta importante en este reconocimiento promover la creatividad que nos permita delinear rutas accesibles hacia el futuro deseado.
Hoy, con MAC, es posible aclarar e iniciar la conquista de todas y cada una de las metas que nos propongamos.