Cuando me ofrecieron el primer trabajo a cargo de recursos humanos, años atrás, recuerdo bien que alguien me dijo: “Felicidades, te sacaste la rifa del tigre”. No entendí en ese momento lo que me quiso decir, aunque con el tiempo fui dándome cuenta de lo que implicaba estar a cargo de esa área.
Me di cuenta del interés y la pasión que siento por la gente al dar una plática y ver las reacciones y la participación, el desacuerdo o afirmación respecto a lo que digo y las discusiones que provocan; al levantar un acta administrativa y explicar las razones; al enseñar una nueva forma de hacer las cosas; al tener largas pláticas con las personas en entrevistas que iniciaban muchas veces con nerviosismo y poca pericia para expresar sus cualidades y terminaban con risas y consejos genuinos provenientes de haberme puesto en el lugar del otro. Lo que yo hacía de manera cotidiana e intuitiva de pronto tenía un título: “Directora Corporativa de Recursos Humanos” ligado a mucha responsabilidad y entendí finalmente el comentario recibido años atrás de haberme ganado la rifa. Me volví coach, buzón de quejas y sugerencias, creadora de todo lo posible y lo imposible, juez, consejera, jefa, maestra.
En este recorrido durante el cual puedo decir que he tenido un vasto trato con la gente, he sido afortunada en apreciar la contribución que cada persona con nombre y apellido hace en cada organización sin encasillar a nadie por género, edad, salario, nivel socioeconómico y demás. Si bien mi postura como profesional de recursos humanos procura equidad cuantitativa y cualitativa, no deja de ser parte de mi función entender las diferentes maneras de hacer las cosas según el género, la edad, la preparación, las condiciones físicas y otros aspectos más que denotan la complejidad de un individuo. Es así como mi curiosidad y experiencia en recursos humanos me han llevado a formar una opinión, muy particular, del tema que nos ocupa: aquellos que por la generación a la que pertenecen son llamados millennials.
¿Por qué hay tantos artículos acerca de esta generación? Desde mi punto de vista, sencillamente porque es una generación fascinante.
Pero más allá de la fascinación personal, además de lo que he visto al trabajar con millennials, ser mamá de dos de ellos y amiga de sus amigos me ha dado una perspectiva que quiero compartir.
Los millennials no esperan a que las cosas pasen; ellos hacen que las cosas pasen. Van por ellas, las persiguen, las hacen realidad. Son curiosos y creativos y si no logran lo que buscan, aprenden y van tras un nuevo sueño.
Los millennials son apasionados y al mismo tiempo abiertos y funcionales; no hay ideas radicales. Se adaptan al cambio; viven el cambio; son el cambio.
Su conocimiento tecnológico, es inherente a su generación, nacieron en esta era tecnológica y de manera intuitiva reaccionan a lo nuevo, sólo que para ellos no es nuevo; es fácil, es lógico.
A los millennials les gusta el trabajo, pese a lo que para algunos pareciera desinterés o desgano en ciertos momentos y que yo lo veo como equilibrio. Los millennials quieren divertirse, ir al gimnasio y además, estudiar más. Sin haber terminado la universidad ya están pensando en la maestría, y acabando la maestría algunos contemplan doctorados. Si no estudian maestrías entonces se instruyen en otras cosas. He tenido estimulantes discusiones con millennials sobre libros de grandes autores y todo tipo de temas; también de meditación, de yoga, de cómo vivir una vida saludable. No me sorprende, me atrapa, me cautiva.
Las causas de responsabilidad social corporativa para los millennials son oportunidades de pertenecer y al mismo tiempo trascender. Los millennials se aprecian incluyentes y contribuyen con muchas causas.
Los millennials cuestionan, se involucran y defienden sus ideales y posturas.
Los millennials no discriminan ni ven diferencias; no hay blanco o negro; apoyan y respetan la diversidad.
Los millennials no tienen posturas religiosas que los limiten; son libres pensadores.
Su visión global los ha vuelto en algunos casos nómadas. Su facilidad para conocer el mundo y verse parte de él es fascinante. En Viena mis clientes eran millennials, jóvenes de diferentes países que trabajan por ideales y con opiniones fabulosas intentan transformar al mundo.
Los millennials están enfocados a resultados y también muy orientados a diversas tareas a la vez. Quieren más, piden más.
Los millennials celebran el trabajo en equipo sin perder su individualidad; confían en sí mismos. Hoy los millennials hacen darnos cuenta de la nueva forma de trabajar en espacios compartidos que enriquecen las ideas y crean redes de oportunidades y desafíos; lugares abiertos, en cafés, en cualquier lado.
Mi labor como consultora experta en recursos humanos es no sólo identificar las diferencias generacionales sino acotar brechas y construir puentes que enlacen a ya sean jefes, subordinados o pares sin importar la edad que tengan. La contribución que cada persona hace a una organización es valiosa y apreciar este valor a través del conocimiento de aquello que caracteriza a cada individuo es una cualidad manifiesta en los líderes de hoy.
Algo que celebro y me da gran satisfacción es que buena parte de nuestros clientes de MAC (Método Activo de Coaching) son millennials que están en esa búsqueda de más, de mejor, de lo nuevo, de retos, de lo grande. Si bien para mí las generaciones anteriores a la mía han sido y serán siempre un ejemplo a seguir, hoy decido emular también a las nuevas generaciones, apoyo sus ideas, me identifico con sus causas y comparto sus sueños.