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Alma Moya

Comunicando para ganar-ganar


El resultado de la transformación de la comunicación hoy en día puede ser abrumador al considerar las limitaciones impuestas y los espacios reducidos para decir lo que queremos decir. El límite establecido en el número de caracteres en las redes sociales, ya sea por política de éstas o por practicidad de quien escribe, nos han llevado a expresarnos de manera distinta. Contraemos las palabras sin considerar ninguna regla gramatical, nos apoyamos en correctores de texto automático que lejos de ayudarnos pueden complicarnos más, o muchas veces, sin darnos cuenta ya hemos puesto “Enviar” sin revisar que el auto corrector hubiera tomado las “decisiones” de cómo escribir nuestro mensaje. “¿Se fue a Agustín?” pregunté el otro día al recibir un mensaje por una de las redes sociales, “No, perdón, se fue a Austin” fue la respuesta. Aunado a las limitaciones de espacio y los “ayudantes” que deciden por nosotros lo que queremos decir, debemos considerar también la prisa con que escribimos producto de la inmediatez que hoy nos caracteriza; los momentos se van y los mensajes pueden perderse en un mar de nuevos mensajes que crece cada instante.

Hasta hace un tiempo cuando se hablaba de comunicación generalmente nos enfocábamos en el contenido del mensaje, en que éste fuera transmitido de manera correcta según la audiencia a quien iba dirigido, que fuera recibido y que evidentemente fuera comprendido, para que el ciclo de la comunicación no se interrumpiera. Hoy igual que antes, al evaluar la competencia de comunicación, corroborar que el mensaje haya sido comprendido es la conducta observable de mayor peso, competencia que los líderes de hoy deben manifestar. Pero ¿qué pasa entonces con esta transformación en la forma de comunicar de hoy?. ¿Estamos limitados acaso por espacios y tiempo? ¿Cómo podemos comunicar de manera efectiva y asertiva? ¿Si un comunicado se vuelve viral quiere decir entonces que el contenido fue bueno?

Al querer impulsivamente participar en las discusiones provocadas por un sin fin de temas que surgen a cada momento, podemos no fijarnos en el contenido del mensaje; podemos incluso publicar comentarios que cualquiera puede leer y que podrían llevarnos a malentendidos, incluso cuestionar integridad o reputación. Con frecuencia olvidamos que lo que decimos es público; lo estamos publicando en redes sociales.

Por otro lado está la manifestación consciente de nuestras opiniones e ideas sin considerar muchas veces las opiniones o ideas de los demás ¿En dónde empieza mi libertad de expresión y dónde empieza la tuya? ¿son las redes sociales los foros donde puedo expresarme de la forma que yo quiera, protegido por el anonimato de una identidad que podría ser ficticia? Sin lugar a dudas habrá tantas respuestas como personas lean este artículo. Si bien la libertad de expresión es un derecho de todos, también trae consigo una responsabilidad respecto a comunicar de tal manera que lo que digamos propicie diálogos que construyan puentes y nos abran puertas. Los medios de hoy permiten que seamos nosotros mismos quienes promovamos nuestras ideas, negocios, opiniones o productos de la manera que deseemos, con las restricciones que cada medio establezca, por supuesto, pero con la posibilidad de comunicarnos con prontitud y eficacia, así que bien vale la pena tomarse unos minutos para comunicar adecuadamente, de manera eficiente y asertiva, abierta, honesta y directa, expresando tanto ideas como sentimientos sean éstos positivos o negativos, haciendo valer nuestros derechos respetando los derechos de los demás, asumiendo la responsabilidad de nuestros dichos y acciones sin culpar a otras personas y buscando soluciones satisfactorias a cualquier tipo de situación o conflicto. Comunicar de esta manera nos permite establecer patrones de conducta enfocados a ganar-ganar; yo gano, tú ganas, todos ganan.

Ahora bien, ¿qué aspectos podría considerar para lograr este tipo de comunicación?1) Tomar en cuenta mis ideas, necesidades y opiniones, y del mismo modo las de los otros. 2) Tener muy claro el objetivo del mensaje, es decir, ¿cuál es el propósito en la comunicación con esta persona? Para que quede claro, es importante tratar de minimizar el número de ideas en cada frase y asegurarse de que es fácil para el receptor entender su significado. El receptor no debería tener que leer entre líneas y hacer suposiciones sobre el mensaje para entender lo que se trata de decir. 3)Cuidar siempre que la comunicación sea correcta, ajustándola a la audiencia y procurando esté libre de errores: ¿Los términos técnicos que se utilizan se adaptan al nivel de educación o conocimiento de la audiencia?; ¿se verifica la escritura de errores gramaticales? tomando en cuenta que los correctores ortográficos no identifican todo y, como ya dijimos, pueden cambiar las palabras; ¿están los nombres escritos correctamente?. 4)Validar que el contenido sea lógico y los puntos estén conectados con el asunto principal; el flujo del mensaje debe ser consistente y, sobre todo, 5) considerar que la comunicación siempre sea honesta y respetuosa; no dar cabida a connotaciones agresivas aún cuando el mensaje sea una crítica, discusión abierta o queja y teniendo en cuenta el punto de vista del receptor, es decir siendo un emisor empático con las necesidades del receptor.

Al entablar una conversación, expresar una opinión o una idea, incluso al discutir y manifestar un punto de vista contrario al de la audiencia siempre existe la posibilidad de ganar y que los demás también ganen. Comunicar de manera efectiva y asertiva nos libera de juicios de valor anticipados y frustraciones; nos da la posibilidad de manifestar abiertamente nuestra opinión con la seguridad de que siempre será bien recibida.

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