Trescientos sesenta y cinco días de paciencia
- Alma Moya
- 1 ene 2019
- 2 Min. de lectura

Es una realidad que las ideas, sueños, objetivos, metas y proyectos se pueden alcanzar. Si pudiéramos detenernos un momento para hacer un inventario de lo vivido y logrado, podríamos reconocer lo que sí obtuvimos a través de la perseverancia y consistencia, pero sobretodo de paciencia. Y siguiendo esta misma línea de análisis, podríamos reconocer también que la impaciencia pudo haber sido la causante del abandono de algún propósito y por consiguiente la desilusión de no haberlo obtenido.
¡Ahora sí, este es mi año! Podríamos decirnos muchos, pensando que es momento de actuar, de hacer todo lo que no hicimos el año anterior. Es así como, al hacer una valoración sincera, podemos comprender que no basta con la voluntad, pasión y ejecución. No son suficientes para materializar nuestros deseos si no van acompañados siempre de paciencia. ¿Cuántas veces hemos oído que lo que vale la pena toma tiempo? Intentamos simplificar muestra vida al máximo para hacerla más rápida, más fácil, más inmediata y olvidamos que la realidad es otra.
Vivimos en un mundo complejo lleno de matices donde no están excluidos el dinamismo o el sentido de urgencia, pero tampoco se debe prescindir de la paciencia.
Imaginemos por un momento esta situación: un pescador apunta la caña hacia un objetivo específico, lanza la línea y espera resueltamente a que el pez muerda el anzuelo. Está preparado, tiene un objetivo, cuenta con todas las herramientas necesarias y sabe que el tiempo y la paciencia harán lo propio. No se sumerge para ir en busca de los peces y evita que la impaciencia debilite su resolución de cumplir su cometido y abandonar el esfuerzo antes de que los peces empiecen a morder.
La espera no consiste en una esperanza vacua, sino en ejecutar como un proceso iterativo con disciplina y determinación lo que nos corresponde, con la certeza de alcanzar la meta con la ayuda del tiempo. Perseverando en lo que creemos y haciendo los ajustes que consideremos necesarios se camina el camino. Insistir en apresurar o forzar resultados crea resistencia e invita a la confusión y muchas veces al abandono de lo originalmente planteado.
La impaciencia puede ser un gran descarrilador en nuestra vida profesional y sabotear nuestros proyectos, urgiéndonos a que los realicemos sin las consideraciones pertinentes en etapas de planeación, estructura y procesos.
Con el fin de ilustrar lo anteriormente expuesto, durante trescientos sesenta y cinco días del año dos mil diecinueve a través de Instagram y Twitter publicaré una cita de algún sabio, gurú, chamán, artista, guía espiritual, en fin, de aquellos que nos han dado muestra contundente de sus logros a través de la paciencia. Te invito a reflexionar y a leer una cita cada día que promueva y empodere la realización de tus propósitos.
Espero que las leas y las comentemos.
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